Cuatro miradas relativas a la Cena del Señor

La tarde del próximo domingo 17 de abril(2011), (la fecha varia de año en año) inicia el 14 de Nisán, será una Cena en memoria de nuestro Señor Jesucristo. Les invitamos a considerar por lo menos “cuatro miradas" relativas al propósito de la Cena del Señor.

Primero, debemos "mirar hacia adentro". Siempre debemos tener un periodo de auto examen antes de la celebración. Pablo nos exhorta a dar una mirada introspectiva hacia nosotros mismos cuando dice: "Examinaos a vosotros mismos" (1 Corintios 11:28). Debe haber una confesión y arrepentimiento completo de todo pecado no ignorado. Si tenemos algún pecado sin confesar en nuestras vidas, debemos sacarlo a la luz delante de Dios, confesarlo, y arrepentirnos de ello. Cuando hayamos hecho esto, estaremos en el estado adecuado para recordar al Señor y vitorear su triunfo.

Segundo, durante la celebración debemos "mirar hacia atrás", una mirada llena de adoración a las glorias pre-encarnadas de Cristo, y Su obra redentora en la Cruz: “todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis” (1 Corintios 11:26). Los aspectos del oro, el incienso y la mirra en la vida y carácter del Señor debemos siempre considerarlos.

Tercero, debemos "mirar hacia arriba", donde el Cristo de Dios está sentado a su diestra, coronado de gloria, honra y poder, y en realidad Él está exaltado a la cumbre más alta del universo.

Cuarto, debemos "mirar hacia delante" a la venida del Señor. Pablo nos exhorta a recordar al Señor:"hasta que Él venga" (1 Corintios 11:26). Cuando nos reunimos para partir el pan, estamos anunciando al mundo, a los ángeles, y a nosotros mismos, que el Señor viene pronto. La Cena del Señor es una gran celebración de triunfo.

¿Por qué quiere el Señor que asistamos y participemos de su Cena?

Es para "hacer memoria de Él" (1 Corintios 11:24-25), traerle a la memoria. Para que su gloria, majestad incomparable, y la dignidad sin par de Su persona sature a todos los congregados. La atmósfera en la Cena del Señor debe estar cargada con la gloria del Señor Jesús de la misma manera que lo fue en el Monte de la Transfiguración, donde el Señor se mostró supremo; ni los mejores hombres como Elías y Moisés podían comparársele. Dios selló la escena con una manifestación de su gloria y, cuando la nube fue quitada, "a nadie vieron sino a Jesús solo" (Marcos 9:8).

Cuando asistimos a la Cena del Señor, nosotros tampoco deberíamos ver a nadie excepto a Jesús, y adorarle y alabarle sólo a Él, vitoreando su triunfo sobre el pecado y la muerte. Celebrando nuestro perdón, sanidad, salvación y vida eterna que nos ha regalado por su gracia y su infinita misericordia.

¡Qué el Dios de la Gloria, y nuestro Único y Suficiente Salvador y Señor nos concedan, por su Espíritu Santo, una celebración de la Cena del Señor llena de Comunión!

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